Editorial Razón y Fe, 2017, t. 275, no 1422, pp. 307-314, ISSN 0034-0235
Se acaba de iniciar el quinto año del pontificado de Francisco como pastor de la Iglesia universal, ya que Jorge Mario Bergoglio fue elegido el 13 de marzo de 2013. Su arrolladora figura le ha colocado en el centro de atención no solo de la Iglesia católica o de las personas interesadas en cuestiones religiosas, sino en el conjunto de la sociedad mundial. Aunque ya hemos abordado su aportación en otros comentarios editoriales 1, queremos dedicar las siguientes páginas a realizar un balance —breve y provisional— del pontificado de Francisco, así como una sucinta prospectiva de los retos y tareas que siguen pendientes.
Lo haremos siguiendo el esquema teológico que presenta el triple oficio de Cristo como sacerdote, profeta y rey. El Concilio Vaticano II lo aplica a todos los bautizados (Lumen Gentium, nn. 34-36), a los laicos (LG 25-27), a los sacerdotes (Presbyterorum Ordinis, 4-6) y a los obispos (Christus Dominus, 12-16). Nosotros lo referiremos ahora, de un modo particular, al papa Francisco. Se trata del oficio de santificar de Cristo Sacerdote, el oficio de regir de Cristo Rey-Buen Pastor y el oficio de enseñar de Cristo Profeta.
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