Nuestra Comunidad se Inspira en la Espiritualidad Ignaciana, colabora con la Compañía de Jesús, con la que mantiene una estrecha relación, muy particularmente con el Colegio Nuestra Señora del Recuerdo.
La Espiritualidad Ignaciana proclama que:
– Dios es Creador y Señor, Suprema Bondad, la única realidad absoluta y todas las demás realidades proceden de Dios y tienen valor únicamente cuando nos conducen a Él.
– Dios está presente en toda vida humana y puede ser descubierto por medio de la fe, tanto en la propia experiencia individual y matrimonial como en la historia de la humanidad.
– Cada hombre y mujer es conocido y amado personalmente por Dios. Este amor invita a una respuesta que, para ser auténticamente humana, debe ser expresión de una libertad radical, libertad para darse a sí mismo y libertad para trabajar con los demás en el servicio del Reino. El ejercicio de esta libertad de respuesta supone una lucha permanente contra los obstáculos que se oponen a ella, pero en la que contamos con la ayuda del Amor Redentor de Dios.
– El ejercicio de esta libertad de respuesta supone también:
(i) Conocimiento, amor y aceptación de uno mismo;
(ii) Liberación de cualquier excesivo apego;
(iii) Conocimiento realista de las fuerzas presentes en el mundo que nos rodea;
(iv) Conocimiento de los procesos e influencias que afectan al comportamiento y al corazón.
– Cristo es el modelo de toda la vida humana por su respuesta total al amor del Padre. Comparte la condición humana, está vivo en medio de los hombres y es “el hombre para los demás” en el servicio de Dios.
– La invitación de Cristo a seguirle, como libre respuesta al amor de Dios, debe conducir a un compromiso activo en el mundo real de la familia, de los negocios, de los movimientos sociales, de las estructuras políticas y legales, y de todas aquellas actividades que constituyen la vida humana.
– Esta respuesta a la llamada, de la que María es modelo, se realiza en y por medio de la Iglesia, a través de la que Cristo está sacramentalmente presente en el mundo; y se facilita y refuerza a través de una Comunidad de Vida Cristiana, en la que el “más”, e1 mayor servicio de Dios, se alcanza a través de un discernimiento personal y en común de las decisiones, en un contexto de oración.
La espiritualidad ignaciana ayudará a los miembros de la Comunidad a:
(i) comprender los valores y aceptar la visión ignaciana del mundo que caracteriza a la Compañía (Conocimiento);
(ii) facilitar la progresiva iniciación a la oración personal y comunitaria (Oración y Discernimiento)-
(iii) promover la necesaria coherencia entre los valores que los hijos han recibido en el Colegio y los vividos en el ambiente familiar, haciéndolos trascender a todos los ámbitos de la vida social (Compromiso).
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